Se trata de una tienda de caramelos artesanos que abrió una pareja de australianos en Barcelona, Chris y Nigel. La particularidad de esta tienda es que trabajan de cara al cliente, amasan una mezcla de glucosa, azucar y agua a la que le añaden esencias de frutas para dar forma a multitud de caramelos y piruletas. También hacen confites para bodas y celebraciones.