Collserola

Llega el fin de semana y se busca un tiempo de paz y libertad. La búsqueda de un refugio, a ser posible de aire fresco, resulta imprescindible para oxigenarse de la maldad y los sinsabores de la ciudad. Barcelona, una urbe atrapada entre el mar y la montaña, puede considerarse, no obstante, privilegiada al tener su gente un lugar a tiro de piedra donde escapar del mundanal ruido. El parque de Collserola es un buen pulmón para los habitantes de la ciudad, desconocido aún por algunos barceloneses. Una excursión por el parque es una buena manera de pasar el día, aunque, eso sí, se hacen imprescindibles muchas ganas y agua, porque los paseos pueden ser interminables.

El parque ofrece multitud de recursos para los caminantes, excursionistas y para aquellos que necesitan o quieren algo más que belleza natural. Las vistas de la ciudad son fantásticas desde sus miradores, pero, además, se pueden visitar joyas románicas, como la capilla de Santa María de Vallvidrera. Los numerosos merenderos hacen posible pasar un día completo por poco dinero, aunque también se puede comer en alguno de los restaurantes que ofrecen cocina tradicional catalana y los denominados desayunos de tenedor reservados, entre otros, para los madrugadores ciclistas de montaña.

Hay diversos itinerarios que se pueden consultar en la página web del parque (www.parcollserola.net) pero quizá el más cómodo para los que viven en Barcelona es el que se inicia por la carretera de Les Aigües. Sólo hace falta coger los Ferrocarrils de la Generalitat hasta la estación del Funicular de Vallvidrera. O seguir hasta la siguiente, la de Baixador y, de ahí mismo, empezar a subir montaña arriba (cinco minutos) hasta el centro de información del parque justo al lado de Vil·la Joana, la casa donde vivió el poeta Mossèn Cinto Verdaguer, y de la escuela pública del Xiprers.

Una manera de conocer el parque de Collserola es participar en la Cursa i Caminada Popular de Muntanya a Collserola que organiza el Centre Excursionista de Catalunya (www.cec-centre.org). La Cursa tiene su salida en el parque de Cervantes con llegada al velódromo de Horta, pasando por caminos de montaña: Sant Pere Màrtir, la Font del Món, Can Borni y sus viveros, la Font Groga y el turó de Valldaura. Es un trayecto de 15 kilómetros apto para todas las edades y un perfecto inicio para conocer el pulmón de Barcelona con el mar como telón de fondo.

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